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domingo, 18 de febrero de 2007

Egipto. Valle de los Reyes, Colosos de Memnóm, Luxor

Día 4

De nuevo había que ponerse las pilas de buena mañana, después de haber dormido muy poco, ya que hoy en poco más de cuatro horas íbamos a visitar tres monumentos.

El primero fue el Valle de los Reyes, que contenía las tumbas de la mayoría de los faraones de la época.



Situado frente a la moderna ciudad de Luxor, una cadena montañosa albergaba uno de los conjuntos arqueológicos más fascinantes de Egipto: el Valle de los Reyes.

Un deslumbrante legado fiel reflejo del esplendor y la riqueza del Reino Nuevo (1550-1069 a.C).

Llegamos allí en autocar y para llegar a las tumbas lo hicimos en unos trenecitos muy monos, que nos ahorraron la caminata con el sol asfixiante que caía ese día sobre el desierto.

Todas las tumbas del Valle de los Reyes estaban numeradas según el orden en el que fueron descubiertas. La última de todas fue la de Tutankhamon, que hace la número 62.

Los egiptólogos las conocen por su número y una abreviatura que ponen delante, las letras KV, que son las siglas de «King Valley», Valle de los Reyes en inglés.

Las tumbas, estaban decoradas con relieves y fragmentos del Libro de los Muertos y otros textos funerarios. Estos textos eran como una especie de guía de viajes para llegar al Otro Mundo, pues en ellos se le explicaba al faraón cuál era el camino que tenía que seguir y el modo de sortear los obstáculos que pudieran presentársele. De este modo el faraón podía estar seguro de que su alma llegaría intacta al Más Allá para vivir eternamente.

En la visita estaban incluídas la entrada a tres tumbas, y nosotras entramos a la de Ramses III, a la de Merneptah y a la de Seti I.

Conforme nos adentrábamos en ellas un olor extraño a humedad mezclado con... no se qué, se hacía cada vez más presente, hasta llegar a la cámara funeraria donde nos sentíamos tremendamente recompensadas al ver los impresionantes jeroglíficos a todo color en las paredes dedicados al paso a la otra vida del dios, y el imponente y muy bien conservado sarcófago del faraón.

Proseguimos la excursión camino del Templo de Hatshepsut.

Era el templo más importante de los construidos en Deir el-Bahari y único en Egipto. Fue construido por la reina Hatshepsut en forma de terrazas de grandes dimensiones con columnas que se confunden con la ladera de la montaña, situada tras el templo. La obra se debía al arquitecto Senmut quien consiguió una perfecta armonía de proporciones además de emplear los mejores materiales. El templo estaba en parte excavado en la roca y en parte construido externamente, basándose en las construcciones previas realizadas por Montuhotep I. Se construyó entre los años séptimo y vigésimoprimero del reinado de la reina y Tutmosis III. 


Constaba de una calzada de 36 metros de anchura rodeada de esfinges que conducía desde el templo de acogida hasta el gran patio, al que se accedía a través de 2 terrazas escalonadas, construidas en la ladera de la montaña y unidas mediante rampas. Las terrazas se apoyaban en muros de carga y estaban separadas por columnatas o pórticos.



Tras la entrada se accedía a la primera terraza, un gran patio rodeado de muros bajos y largos con un doble pórtico de cierre. Este se encontraba decorado con relieves que representaban barcazas construidas para transportar los obeliscos desde Asuán al gran templo de Amón en Karnak y escenas de caza y pesca. En esta primera terraza había 2 estanques con forma de T que contenían plantas ornamentales. En el pórtico existían 2 figuras osiríacas de las que actualmente sólo quedaba una.


Los Colosos de Memnón eran los siguientes en visitar.

Situados en las proximidades de Medinet Habu, los colosos de Memnón eran los únicos restos visibles del templo funerario de Amenhotep III que se encontraba en la zona. Las estatuas, de unos 18 metros de altura, presidían la entrada monumental del templo y fueron talladas sobre bloques traídos expresamente desde Gebel el-Ahmar por orden del arquitecto del templo, Amenhotep hijo de Hapu. Están orientados hacia el este y son representaciones del rey Amenhotep III. A ambos lados están representadas la reina Mutemuia y la esposa Tiyi.

Los colosos eran famosos desde la antiguedad por que el del lado derecho, llamado coloso parlante, tenía la particularidad de emitir un sonido al salir el sol. Los griegos, y más concretamente Estrabón, detectaron este fenómeno y dieron lugar a la leyenda. Se decía que este coloso era la imagen del mítico guerrero Memnón, hijo de la Aurora, muerto en un enfrentamiento con Aquiles, y cada mañana saludaba con un gemido la aparición de su madre por el horizonte. El fenómeno real era que tras el terremoto del año 27 d.C. se desmoronó la parte superior de la estatua, provocando una grieta hasta la cintura, y el calentamiento de la piedra con los primeros rayos de sol hacía que esta emitiese ese sonido característico.

Volvimos al Tulip a comer, y a relajarnos un poquito pero por poco tiempo, ya que después de comer nos esperaba la visita al Templo de Luxor.

Era el monumento más destacable de la ciudad de Luxor. Se debía fundamentalmente a la obra de 2 faraones, grandes constructores, Amenhotep III y Ramsés II. El primero construyó la parte interior y Ramsés II el recinto exterior. No obstante, el templo tuvo tal importancia que muchos otros faraones contribuyeron al engrandecimiento del recinto, con la decoración, construcciones suplementarias, relieves o realizando diferentes cambios.

Entre estos se encontraban:
Tutankamón, quien retomó el proyecto tras la muerte de Akenatón (Amenhotep IV) que había impuesto el culto al disco solar Atón y abandonado el culto a los dioses tradicionales.
Horemheb y mucho más tarde Alejandro Magno.


El templo estaba dedicado a Amón, que en Luxor adoptó la forma del Min itifálico. Estuvo estrechamente vinculado al gran templo de Amón en Karnak, y una vez al año, durante los meses segundo y tercero del período de inundación, se celebraba en Luxor un largo festival religioso en el que la imagen de Amón de Karnak visitaba a su Ipet-resyt o Ipet meridional, como se llamaba el templo.

La avenida de esfinges con cabeza humana de Nectanebo I unía Karnak, a unos 3 kilómetros al norte, con Luxor. Muchas estructuras posteriores se alzaron en el atrio que precedía al templo propiamente dicho, incluyendo una columnata de Shabaka (desmantelada más tarde) y capillas de Hathor, construida por Tajarqa, y de Serapis, construida por Adriano. Los muros de ladrillo cocido, visibles al este y al oeste del templo, componen los restos de la tardía ciudad romana, coetánea del santuario imperial.


Vuelta de nuevo a la motonave, y después de cenar, para acabar el día, nos fuimos el grupito que habíamos hecho y el guía, a fumar unas shishas y a tomarnos unos tés por Luxor para ver como era la noche egipcia....














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