Translate

sábado, 1 de agosto de 2015

Templos de Bangkok, Wat Suthat, Wat Saket, Wat Phra Kaew , Palacio Real y Wat Pho

Día 3

Sobre las 7 de la mañana me desperté con unos gritos que no eran normales, Uuuuuuuaaaaaaá ssssiiiippaaaaaaá yuuuhaaaaaaaá...todavía medio en fase REM intenté identificarlos sin éxito...Me hicieron saltar de la cama y abrir la puerta de la habitación apresuradamente para ver qué pasaba...y resulta que provenían del gimnasio que había justo debajo de mi ventana y en el que, a esas horas tan tempranas para mi,  ya estaban entrenando...pues empezaba bien el día con el corazón en la boca...jajaja.

Al salir a la calle me dirigí al mismo sitio donde estuve la noche anterior, en la calle Rambuttri, para desayunar y trazar la ruta del día.


Me pedí una tortilla con queso y vegetales, y bueno no fue la mejor tortiilla de mi vida para que nos vamos a engañar, se nota bastante la ausencia de aceite de oliva y eso hace que el sabor en los fritos sea algo raro.


La verdad ni me la acabé, tenía un poco el estómago revuelto, y más tarde me dí cuenta que era por el agua que había estado tomando el día anterior. 
Venden unas aguas marca tailandesa que son de medio litro creo y muchísimo más baratas que el resto, pero no llevan minerales ni sodio ni nada, o sea que no te nutren y al final acabas un poco "suelto", mejor beber las transparentes normales que sientan mucho mejor.

Bueno pues para hoy me había preparado un itinerario de templos a saco, de conocer la cultura budista más de cerca, me moría de ganas de entrar en un templo budista y el primero fue uno pequeño que había muy cerca de la calle Rambuttri y que encontré de casualidad.

Al entrar, como en todos los templos de Tailandia, hay que quitarse los zapatos, por lo que es muy recomendable llevar algo rápido de poner y quitar como lo pueden ser unas chanclas.

Entré justo en medio de una celebración, aunque no supe identificar de qué tipo.

Por un lado estaban los monjes haciendo sus rezos,


y por el otro un grupo de personas con pinta de turistas en grupo organizado sentados mirándoles.


Al acabar la ceremonia los turistas empezaron a saludar a los monjes y a darles ofrendas, me sentí un poco fuera de lugar sin saber de que iba todo aquello y abandoné el templo para ir a ver más.
Y mientras buscaba el siguiente llegué al Democracy Moonument, construido en 1939 para conmemorar la Revolución siamesa de 1932 que llevó a la creación de una monarquía constitucional en el reino de Siam.


Paseé por los mercados a las orillas de los canales.

Y el siguiente templo al que llegué fue el Wat Suthat Thepwararam, uno de los templos más importantes de la ciudad  y menos visitado por los turistas.

A primera hora de la mañana no había casi nadie, así que pude disfrutar de su visita casi en soledad.
Precio de la entrada: 20 Baths.


El templo se reconoce a lo lejos por el gran columpio que hay justo enfrente.


Inició su construcción en 1807 por Rama I, y la acabó en 1847 bajo el reino de Rama III.









Espectacular, me había encantado este templo, y el hecho de que no hubieran cientos de turistas sacando fotos por alrededor lo hacía mejor todavía, muy recomendable y fácil de encontrar para ir andando desde Khaosan.

En los alrededores de los templo hay muchas tiendas en las cuales se pueden comprar ofrendas y obsequios para los monjes, consisten en unos cestos con cosas variadas entre comida y productos de higiene personal.








El siguiente templo que había por la zona era  el Wat Saket, o Monte Dorado, y me fui andando en su busca.


Este templo es de la época de Ayutthaya, y se restauró también bajo los reinados de los Rama.


Como su nombre indica, Monte Dorado, es un monte y el templo se encuentra en lo más alto de él.


La subida, bastante pronunciada por cierto, se hace por un agradable camino en el que los aspersores van tirando agua para que no te de un soponcio subiendo, se agradece.




La subida muy bonita y las vistas desde allí arriba también, pero ya empezaba a apretar bastante el calor y las veces en las que salía el sol y me aplastaba en la cabeza, madre mía, lo pasaba un poco mal...







Cada mes de noviembre se celebra una procesión a la luz de la velas hasta el chedi, el Phu Khao Thong.



Bueno pues tras la subida y bajada del templo, un par de botellas de agua, y 2 kilos menos, emprendí el camino hasta el siguiente, el Gran Palacio y el Wat Phra Kaew.

Desde fuera se ven las Tres Agujas.
El elaborado tejado de siete niveles del Phra Mondop, la torre de estilo jemer del Prasat Phra Thep Bidon y la chedi dorada del Phra Si Ratana, son las estructuras más altas del edificio.



Es la atracción más célebre de Bangkok, de exhuberante arquitectura y venerado en todo el país.



Precioso por dentro, aunque llenísimo de turistas, además es el más estricto que encontré en todo mi viaje a la hora de la forma de vestir.
Hay un tío con un megáfono avisando a golpe de voz a todo aquel que no cumpla con las normas de vestimenta.
Yo me cubrí los hombros y llevaba unos pantalones anchos por debajo de las rodillas y el de megáfono no me quería dejar entrar, me tuve que estirar los pantalones tan para abajo que no se que era peor porque casi iba con el culo al aire...
Lo bueno que entre tantísimo turista, me hice la sueca y entré sin pagar nada, el precio creo recordar que eran unos 400 Baths o algo así.


Muy bonito y lleno de majestuosas construcciones y cuidados jardines, pero un poco agobiante el tener que esquivar guiris continuamente y el no poder evitar que salieran en todas las fotos, así que seguí con la ruta de templos y el siguiente que vi fue el famoso e inmenso Buda reclinado, el Wat Pho.

Creo recordar que es el templo más caro de todos los que visité, pero también uno de los más bonitos y de los más vistados. El precio de la entrada son 100 Baths, pero totalmente recomendable pagarlos y ver de cerca este impresionante Buda reclinado.

Con 46 metros de longitud y 15 metros de alto, y realizado en ladrillo recubierto de escayola y pan de oro, esta imponente imagen recuerda el paso de Buda al nirvana ( a la muerte ). 


Impresionante desde todos los ángulos, el Wat Pho es uno de los seis templos de Tailandia clasificados como el grado más alto.
También es una Universidad y la cuna del masaje tailandés, por su escuela.

Una lástima que en mi visita coincidió con la restauración de los pies, y apenas pude observar las incrustaciones de madreperlas que ilustran 108 características de Buda.


En un lateral del templo, hay unos cuencos llenos de monedas que se pueden comprar haciendo una donación de 20 baths (no llega a un euro ).  Hay que ir dejando las monedas una por una en los 108 cuencos que hay alrededor del templo para atraer la buena suerte.

En los alrededores del templo se encuentran las chedis reales, decoradas con las clásicas tejas de colores de estilo ratanakosin, estas representan los primeros reyes de la dinastía Chakri.


También hay gigantes de piedra que representan desde personajes de ópera china hasta Marco Polo, originalmente llegaron a Tailandia en el siglo XIX como lastre de juncos chinos.




Estaba agotada de tanto templo, así que me fuí de nuevo a Khaosan a comer algo, y a hacer algunas de las siete cosas que recomiendan hacer allí.




Yo por eso sólo hice 4...

Ahí me comí en esta ocasión un arroz frito con cangrejo, buenísimo.


Y me dí una vuelta por sus calles.


Como estaba reventada de tanto andar durante todo el día, decidí que nada mejor que un masaje tailandés para recuperarme, así que después de recorrerme toda la zona y de pasar por cuarenta mil sitios de masajes al final me decidí por uno y disfruté de lo lindo durante una hora por unos 200 baths ( 6 euros y pico ).
Bueno disfrutar es un decir, porque el masaje tailandés consiste en ir apretandote en diferentes puntos de tu cuerpo, y muy agradable que digamos no es, pero te relaja los músculos y te los deja nuevos para seguir pateando por la ciudad.

Y después del masaje nada mejor que un coktail en una terracita para echarle un vistazo a la lonely acerca de Ayutthaya que era el sitio al que iba a visitar al día siguiente.


Al anochecer, después de haber descansado un poco en el hostal, no tenía muchas ganas de nada la verdad,  y además estaba lloviendo, pero decidí salir a cenar algo por lo menos y dar una vueltecilla nocturna por la zona.


Entre toda la oferta de comida callejera, probé unos pinchos de carne con verduras,


y unos fideos con pollo.





Y de postre me decidí a probar los saltamontes, que era lo que mejor pinta tenía de aquel carriito de surtido variado de bichos fritos.


Y la verdad me llevé una grata sorpresa cuando me lo metí en la boca. He de reconocer que estaba bastante nerviosa antes de comérmelo porque no sabía si lo vomitaría allí mismo, pero sorprendentemente para mi estaba bastante rico! tenía un sabor a curry y un toque crunchy que lo hacía parecerse más a un fruto seco que a un insecto.

De vuelta al hotel pase por un local en plena calle Khaosan que tenía la música a toda ostia y que se podía escuchar y bailar desde la calle, y allí me animé a tomarme algo a la vez que conocía a unos chicos canadienses y a unas mexicanas.

Lo que iba a ser salir a cenar algo y volver pronto, acabó siendo un fiestón en toda regla...Como me estaba gustando Tailandia.



Día anterior                                                                                                                         Día siguiente

0 comentarios:

Publicar un comentario